Por Bonifacio Zamacona
Ciudad de México, 9 de octubre de 2018.- El gobernador de Chihuahua, Javier Corral, es un buen ejemplo del político mexicano que promueve el cambio para que todo siga igual. Llegó al cargo con la bandera de que lucharía contra la corrupción de su antecesor, al que ciertamente ha perseguido con tenaz enjundia, pero no ha dudado en ejercer el poder de forma autoritaria, lo mismo para imponer a un presidente del Poder Judicial a modo, que para usar recursos del gobierno en litigios políticos que forman parte de una agenda electoral, o para incorporar a su gobierno a parientes y a parientes de sus amigos panistas. Esto sin excluir que como todo buen retórico y demagogo, ha resultado bastante ineficiente en el tema de la seguridad, como lo demuestran los índices de violencia en su estado.
Los escándalos han rodeado la carrera política de este personaje al que la suerte comenzó a sonreír desde que abrazó la verdad de Carlos Slim para, después de criticarlo con severidad, convertirse en el principal opositor a la Ley de Telecomunicaciones que según la narrativa que defendía en el noticiero de Carmen Aristegui y en el resto de los medios del eje mediático afín al ingeniero, no sólo beneficiaba a Televisa, ese imperio del mal, sino que afectaba (con la posibilidad de competencia, vaya pecado) a Telmex.
Para políticos como Corral, la mejor forma de blindarse frente a la crítica, es mediante la apropiación de temas en los que si se le escudriña a detalle, no puede dar buenas cuentas. Después de Andrés Manuel López Obrador, es el político mexicano que más ha hablado contra la corrupción, pero a diferencia de aquél, éste no resiste un análisis porque en el corto período de tiempo que lleva como mandatario de Chihuahua han aflorado muestras de que no sólo no es congruente, sino que lo hace con total alevosía.
Cuando le preguntaron al director de Recursos Humanos del gobierno estatal, Pablo Montes, por qué el gobernador tiene contratados a su cuñada, al esposo de ella y a un par de primos hermanos de su esposa, el funcionario justificó que las plazas de confianza eso son y que están contratados porque son gente de confianza de Corral. El mal ejemplo del gobernador de Chihuahua cundió rápidamente y la prensa local documentó que además de los parientes del gobernador, se han identificado casi un centenar de personas que son familiares y ocupan cargos públicos en puestos de primer nivel y de confianza.
Corral, apenas con esto poco que se sabe, no tiene autoridad moral para hablar contra la corrupción si además de lo que se conoce, y de lo que todavía no, es del dominio público que usa pelotas de golf personalizadas, las cuales son regaladas como souvernirs al resto de los visitantes y jugadores de los campos de un reconocido club de golf de Chihuahua.
Por eso no extraña en lo absoluto, que Javier Corral haya organizado un Encuentro Nacional para hablar de la corrupción, mismo que se llevará a cabo este fin de semana en la capital de Chihuahua. Más allá de las personalidades que creen genuinamente que van a un foro donde expondrán ideas que pueden ayudar al país, en realidad el encuentro le sirve de pretexto perfecto al gobernador para mantener una imagen de “luchador social” a pesar de los destrozos que a su paso documenta la prensa y la sociedad, y la falta de resultados de su gobierno.
El Foro de Chihuahua, que se verificará del jueves 11 y el viernes 12, está planteado en realidad como una trampa para el equipo del presidente electo, pues lo que busca Corral es mandar a los mexicanos el mensaje que aun cuando López Obrador es el político que tiene más clara la película de la corrupción, es una persona incapaz de escuchar a la sociedad y tiene que ser un panista, el que pone la mesa.
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